con intensas notas.
A ese hombre que se aleja
unificado con su sombra.
A esta noche de Enero
extrañamente fria y silenciosa,
con aroma a olvidos,
con humedad de lágrimas.
A esta luna que me vigila a media sonrisa
como una complaciente matrona.
A todos ellos y a los vientos les grito:
que mancillarón mis sueños,
que los encadenarón y arrojarón
en la cuenca oscura de un pozo.
Sin embargo, en el fondo,
allí muy hondo,
una imagen se perfila,
devolviendome mi aliento.
Es el sonriente rostro de la luna,
recordandome que no todo es tristeza,
que aún me besa la vida...
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